GRITOS, PLEGARIAS, CASALDÁLIGA Y …

LA MUJER PAGANA.

Los que peinamos algunas canas, nos acordamos que allá por la década de los 70 (finales) y los 80, cuando estaba en ebullición la «adolescente pubertad » del Concilio Vaticano II, salió un librito de P. Loidi – entre otros – que se titulaba Gritos y plegarias, del que posteriormente se ha ido aumentando ediciones hasta los años 90. El título era muy sugerente, pues los gritos de aquel entonces se mezclaban con la oración, la acción de gracias (plegarias) de los tiempos que corrían.

Eran gritos y eran plegarias de una fe que se me antoja entusiasta, alegre, con ganas, con empuje, con rabia…. con las ventanas abiertas a las que había invitado no solo Juan XXIII para su Iglesia, sino con el grito de Juan Pablo II de no tener miedo. Era la época de romper con el pasado – que muchos no conocimos demasiado -, pero era la época de reivindicación entusiasta: iglesias llenas de jóvenes, música estridente, películas que hablaban de aquel cartel de «Se busca» y que colgaba en cualquier pared que se considerara progre. ¡Qué tiempos aquellos!.

Era un tiempo en el que los Obispos miraban – muchas veces – para otro lado con el libro de gritos y plegarias, puesto que muchos de los credos, plegarias, pregones pascuales… se oficializaban en Eucaristías sin permiso ninguno. Pero es verdad que también había Obispos que eran cómplices de tales eventos (Iniesta, por ejemplo).

Lo importante era la fe que se vivía y cómo se vivía. Aquí también entraba en juego Casaldáliga. Un hombre que por su valía el Vaticano lo nombra pastor, pero que él hizo del evangelio su vida con aquellos a los que nadie quiere y rechaza. Los que podemos decir que eran de fe pagana, para los que nos consideramos como los fieles y ortodoxos. Para Casaldáliga el evangelio tenía nombre y apellidos, nombre y apellidos indígenas de taparrabos, nombre y apellidos de los desechados por la sociedad puritana de traje y corbata. Nombre y apellidos que quedaron plasmados también por Loidi en su libro de Gritos y Plegarias.

Gracias Père Casaldáliga, por la bofetada de tu vida en la nuestra. Gracias por dejarnos marcados en la cara los cinco dedos del servicio, del amor, de la entrega, de la generosidad, de la escucha, de los silencios oportunos… en definitiva gracias por tu vida que seguro que sirvió y sirve de ejemplo para muchos que todavía seguimos caminando.

Es un poco lo del evangelio de este fin de semana. La fe de los paganos vuelve a tocar en la puerta y en el corazón de muchos, especialmente en la de Jesús de Nazaret. Si en un principio, Jesús parece no hacerle caso a la mujer que le llama con insistencia, se da cuenta que la fe tiene que ser insistente, persistente, tenaz… y al final se consigue lo que se quiere. ¡ Cuánta fe hay en los que nosotros consideramos que son paganos!

Seguro que muchos de nosotros, con la pandemia, nos hemos preguntado, ¿por qué Jesús no arregla este desaguisado?. EL evangelio de este fin de semana dice no está bien echarle a los hijos el pan de los perros.Al final Jesús le dice, Oh mujer, qué grande es tu fe. Ojala que a nosotros también nos digan qué grande es nuestra fe.

Quiero terminar con un verso de Casaldáliga: «Y entre el evangelio y canción sufro y digo lo que quiero/ Si escandaliza, primero quemé el propio corazón al fuego de esta Pasión, cruz de su mismo madero».

                                                                                                                 Hasta la próxima. Paco Mira

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