LOS COMPROMISOS, COMO LOS CONTRATOS:¡ A CUMPLIRLOS!

Cuando uno tiene la gran suerte de tener trabajo, y este seguro (cosa rara en los tiempos que corremos), tendemos a la relajación. Tendemos a que todo vale, a que nos da igual lo que hacemos – bien o mal -, a que el gasto público (por aquello – equivocadamente – que yo no lo pago) me da lo mismo, incluso el trato con las personas que en parte puedan depender de mí no es, a veces el más adecuado. Todo porque me siento seguro en el trabajo que tengo.

Y es que los trabajos no son más que el compromiso, a cambio de una remuneración, con la sociedad en la que me ha tocado vivir. Gracias a la implicación de los ciudadanos, gracias al esfuerzo y el valor de muchos de ellos, el país que nos ha tocado vivir camina y va hacia adelante. En la medida en que yo no me implique, el país irá ralentizándose, la convivencia con los demás se irá deteriorando y no lograré aquello que con anhelo ando buscando.

Este fin de semana, después que Dios se manifestara (Epifanía) al mundo por medio de su Hijo, y que el mundo lo reconociera por medio de unos Magos, celebramos el bautismo del Señor, y por ende el bautismo de todos y cada uno de nosotros. Me viene a la mente que el valor que le damos a los sacramentos a veces no es el que se merecen o por lo menos lo que significan y lo que significan para nosotros.

Está más que de sobra recordar que nuestra fe, quizás, sea mejor que la de tiempos pretéritos. No es una fe de número (Iglesias de abarrote), sino una fe a lo mejor de compromiso. Una fe de realmente querer vivirla y compartirla (Iglesias con poca gente). En los tiempos que nos ha tocado vivir, tiempos duros de pandemia que arrastra al paro, al Erte, a la enfermedad, a la desolación, a la muerte y abandono en muchos casos, nos preguntamos , ¿dónde está Dios?, ¿de qué me sirve creer si no me soluciona el problema?.

El Bautismo no es más que el ticket del compromiso cristiano. El Bautismo no es más que la credencial de la sinceridad de quien se apunta a una misión en un proyecto que se me antoja complicado y hasta difícil. Por eso muchos de bajan del carro. Por eso muchos, ahora, se han dado cuenta que seguir a Jesús cuando las cosas no van bien, es una tarea casi de valientes e intrépidos locos por una buena noticia llamada Evangelio.

Muchos reclaman que fueron bautizados sin consultarles. Claro, tampoco les preguntaron si había que comer con las manos o con la cubertería, o tampoco preguntaron si querían ducharse, o….El bautismo es la herencia de quien ha vivido y mamado la alegría del anuncio de un mensaje.

Hemos de volver a la raíz, recuperar el Evangelio en toda su frescura y verdad, bautizarnos con el Espíritu de Jesús. No nos hemos de engañar. Si no nos dejamos reavivar y recrear por ese Espíritu, los cristianos no tenemos nada importante que aportar a la sociedad actual tan vacía de interioridad, tan incapacitada para el amor solidario y tan necesitada de esperanza. Hemos de dar la razón de nuestra esperanza y de nuestra fe al mundo que nos rodea. Hemos de ser consecuentes con nuestro bautismo y sino, no solicitemos aquello de lo que no estamos convencidos, pues de lo contrario estaremos dando al mundo una imagen distorsionada y falsa de la Verdad que se llama Jesús de Nazaret.

                                                                                                                                                         Hasta la próxima. Paco Mira

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