LA ITV CUARESMAL

Hace años, había un programa en la tv que se titulaba «la segunda oportunidad». Era un programa de la Dirección General de Tráfico, basado en qué pasaría si cuando estamos al volante de un automóvil, no cometiéramos el error que nos llevó a tener un accidente de tráfico. Se veía la imagen del accidente y lo que pasaría si hiciéramos las cosas bien. La pretensión era salvar muchas vidas.

Con el paso del tiempo, creo que hemos mejorado, pero la intención sigue siendo la misma: salvar vidas. Multas por exceso de velocidad, quitar aquello que nos distrae del volante, cinturones de seguridad, controles de droga y alcohol, paso obligatorio por la ITV, todos los años, etc…

La cuaresma creo que es la ITV, personal de la vida del cristiano y del creyente. Todos los años, Padre Dios nos da la oportunidad de pasar por el «taller cuaresmal», para comprobar que es lo que tenemos que corregir, mejorar, sustituir, cambiar… para que nuestra persona sea mejor de lo que lo es.

Claro, no siempre aceptamos de buen grado el paso por la revisión, sobre todo cuando hablamos de coches. Pero cuando hablamos de personas, a veces nos quedamos con la revisión externa de cumplimiento anual, pero no  nos quedamos con lo interno que nos lleva a un cambio profundo en nuestra vida de cristianos: nos quedamos con la confesión en semana santa (porque así lo estipula la legislación eclesial desde hace tiempo), no comemos carne los días establecidos para ello (miércoles de ceniza y viernes santo) y probablemente asistiremos a algún viacrucis o procesión en nuestro pueblo si es menester.

Pero entiendo y creo que la ITV que propone nuestro padre Dios es otra. La semana pasada nos invitaba al desierto. No de turismo, sino que dentro de la crudeza del entorno, es un lugar propicio para encontrarnos con nosotros mismos: desde nuestra humildad, sencillez, sin maquillaje tal y cómo somos. Con tentaciones o sin ellas. La necesidad de querer no solamente mirarnos a nosotros, sino dejarnos mirar por Dios. Abrir nuestro corazón a la mirada de Dios.

Este fin de semana volvemos a la ITV. Nuestra persona va a tener cinco oportunidades de reciclaje de nuestra vida en esta cuaresma. Este fin de semana Jesús nos invita a subir a lo alto de una montaña, también en lugar separado, nos va a invitar a la oración. Esto les llevó a los que fueron con él, a exclamar, «qué bien estamos aquí». Me quiero imaginar a los privilegiados – entre ellos Pedro – exclamando, ¡qué bien estamos aquí!.

Si la primera semana se nos invitaba a encontrarnos con nosotros mismos desde el desierto de la vida, ahora se nos plantea cómo llevamos el tema de nuestra oración personal y quizás también nuestra oración comunitaria. Hemos perdido mucha capacidad de comunicarnos con Dios Padre, de hablar con él, de manifestarle nuestras inquietudes, de buscar el hueco en nuestra ajetreada vida para hablar con él. Seguro que tenemos tiempo para el deporte, para las series televisivas, para el disfrute de nuestra familia, para la diversión con nuestros amigos, pero ¿para la oración?.

Ojalá que podamos afirmar, como lo hizo Pedro en su momento, ¿qué bien estamos aquí?, y no lo hagamos en momentos puntuales de cumplimiento, porque “siempre lo hemos hecho así”.

Amigos, tenemos otro reto por delante. Ojalá que aprovechemos la ITV cuaresmal, para poner al día nuestra maquinaria interior, coronaria… donde los sentimientos son los que nos llevan a continuar adelante.

Hasta la próxima. Paco Mira

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