En el evangelio de este Cuarto Domingo de Cuaresma nos muestra como Jesús da la vista –le limpia los ojos—al ciego de nacimiento. Y lo que es una portentosa obra de amor se convierte en una fuerte –e inhumana—disputa ideológica por parte de los representantes oficiales de la religión judía. Muchos de estos actos que nos narran los evangelios tienen reflejo casi exacto en nuestros tiempos… por eso, tal vez, el apóstol Pablo desde la antífona de entrada nos pide que estemos alegres (“laetare”, “alegraos”…) dentro de nuestro camino hacia la Pascua…
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