El otro día, aprovechando los días de calor, y con un paseíto por la avenida de canarias de Vecindario, en un banco había dos personas de avanzada edad que se estaban recreando en cómo cada uno de ellos preparaba la tierra para las plantaciones correspondientes: hay que arar, hay que echar el guano, tengo que llamar el tractor, las hojas tienen que salir de una manera determinada… y hablaban con una naturalidad tan pasmosa que yo no entendía nada. Pero había algo que a los dos le caracterizaba: pasión, entusiasmo, interés… y también coincidían en algo: era duro y a veces no te daba la satisfacción que tú habías puesto cuando plantabas.
Este fin de semana, se nos habla de un sembrador. Casi siempre ponemos el acento en el que siembra. Es verdad que no es fácil hacerlo y – como oía a las personas de edad – lleva su trabajo. Pero tan importante es plantar como preparar o escoger la tierra. Después la naturaleza, el riego, la dedicación, el mimo, las fechas, etc. harán lo demás.