NO ESTÁN LOS TIEMPOS PARA CIRUGÍAS…

SÍ ESTÁN PARA ACOGER.    (Domingo 26 del tiempo ordinario )

En eso creo que coincidimos muchos. Y no están para cirugías, porque creo que es mejor continuar con lo de cada uno y no andar con remedios caseros o médicos y además lo costoso que puede resultar pues no es conveniente. Por eso digo, que cirugías las justas y necesarias y a lo mejor ninguna.

Pero también es cierto que aquello que nos sobra, aligera peso. Y en eso podemos coincidir. Jesús, parece jugar este fin de semana a aligerar peso, a librarnos de aquello que nos sobra, de lo que no nos sirve o no le damos el uso adecuado, pues parece que nos invita a quitarlo de encima. Claro, los ejemplos que pone, son de lo más necesarios: una mano, un pie, un ojo, ¡como me voy a quitar eso!.

Pero claro, en el pensamiento pastoral tiene otro sentido, probablemente no es un tema físico, sino actitudinal. Una mano que sirve para ayudar, acariciar, abrazar, estrechar, agarrar… y que no lo haga, vale más que nos las quitemos de encima; un pie que nos hace caminar por sendas que no son las que corresponden, un pie que nos hace tropezar en el camino que da la vida, un pie que sirve para poner zancadillas a los demás…. vale más que no lo tengamos; un ojo que sirve para mirar mal, con odio, con rencor, con desgana, fuera de contexto…. vale más que no lo tengamos….

Hemos celebrado nuestra Señora de la Merced, la patrona de los privados de libertad. La patrona de los que llamamos presos; la patrona de los que decimos que están en el lugar adecuado porque se lo merecen y si no que no lo hubieran hecho; la patrona de aquellos que no merece la pena que convivan con nosotros. Es curioso como el evangelio de este fin de semana nos invita precisamente a tender la mano, a caminar – en la medida de lo posible – con ellos, a mirarlos con los ojos de Dios.

En el Reino de los Cielos seguro que tienen una preferencia más que los que nos creemos seguros de lo que estamos haciendo. Cortar una mano o un pie, arrancarnos un ojo no está en el programa de Jesús de Nazaret, en su agenda de amor hacia todos aquellos que decimos seguirle. Y cuando afirmamos que le seguimos, en ello va incluido los migrantes, los privados de libertad, los que han llegado en patera, los que no cuentan.

Ahora, el mes que viene, el Papa nos convoca a caminar juntos, a ser sínodo. Y caminar juntos no es pegados, sino en la misma dirección, con criterio claro a pesar de los errores y de las equivocaciones. El mensaje de Jesús es para todo el mundo, no solamente los que vamos a misa. Cuando los discípulos le dicen, que han mandado callar a los que expulsan demonios, es que el mensaje también es para ellos y nosotros no somos quienes para decirles que no lo hagan, porque también tienen derecho igual que nosotros.

Hay veces, en nuestras comunidades, que afirmamos con rotundidad que quién es fulanito de tal para decir o hacer tal cosa, como si el mensaje de la Palabra de Dios solamente se me hubiese dado a mí, por eso Jesús se enfada y le contesta a los discípulos, que no les prohíban expulsar demonios, es decir que no les prohíban anunciar su mensaje.

Nos escandalizamos cuando otros lo hacen mejor que uno, o nos dan lecciones de humildad y sencillez; o simplemente desde el silencio caminan con otros porque en ese momento lo necesitan. Dichosos ellos porque irán delante de nosotros.

No nos cortemos nada. Cirugías las justas. Pero reconduzcamos nuestras actitudes en determinados aspectos.

Hasta la próxima. Paco Mira

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