
Hoy casi todos estamos conectados mediante telefonía móvil, internet… Según algunas encuestas, más del 90% de la población tiene un teléfono inteligente. Estar conectados nos permite realizar muchas acciones cotidianas: mantener el contacto con familiares y amigos, realizar operaciones bancarias, pagar en comercios, teletrabajar, acceder a la información, realizar gestiones en entidades públicas… Ya no nos podemos imaginar la vida sin estar conectados. Pero esa conexión continua también tiene desventajas: genera dependencia; se debilitan las relaciones sociales, que quedan reducidas a mensajes; cuando falta o falla esa conexión, dejamos de poder hacer muchas de esas gestiones; aumenta nuestra vulnerabilidad ante ciberdelincuentes; las personas que, por algún motivo, no tienen acceso a la tecnología quedan excluidas de la vida económica y social…

Este fin de semana tenemos por delante una de las definiciones más famosas que Jesús hace de sí mismo. Incluso creo que es una definición que a muchos cristianos no les gusta porque parece peyorativa. Es más, en nuestra sociedad del bienestar, cuando alguien nos quiere menospreciar por algo, se recurre al rebaño, a que somos como ovejas, que donde va la primera, la que tiene el cencerro, allí van las demás. No necesitamos que nadie nos gobierne y nos controle nuestra vida. No necesitamos ningún pastor.
En este cuarto domingo de Pascua recordamos cada año que Jesús es nuestro Pastor. Aquel que va delante, aquel que nos guía por caminos que conducen a mayor vida. Aquel, también que como excelente Pastor conoce y ama, una por una cada oveja. 
En estos días de Pascua, la Iglesia nos anuncia sin descanso, que Cristo ha resucitado y que ruega por nosotros ante el Padre. Al igual que los Apóstoles, nosotros también tenemos miedo de creer realmente en la Buena Noticia y somos también lentos en aceptar la paz que Jesús nos ganó por su muerte. San Pedro nos llama al arrepentimiento, mientras que el Evangelio nos invita a ser testigos de Jesús y a predicarle a toas las naciones.
No hace mucho, se celebraba en la universidad una jornada de puertas abiertas. La intención no era otra que la de ofrecer y enseñar lo que la universidad tiene para que pueda ser atrayente a mucha gente joven que hoy en día está pensando en un futuro, más o menos lejano, pero que en el fondo es su futuro.
Hoy en las lecturas bíblicas se concluye una idea básica: la Comunidad cristiana como signo de Cristo resucitado. La Iglesia que surge de la Resurrección del Señor y nace del bautismo en el Espíritu es comunidad que vive unida en el amor y atestigua con su vida la victoria de la fe sobre el mal del mundo. 


































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