II DOMINGO DE CUARESMA.

En nuestro camino de conversión cuaresmal, camino que nos lleva a la Pascua, nos reunimos domingo tras domingo para dejar penetrar en nuestro corazón la llamada de Dios y para recibir su fuerza en su cuerpo y su sangre. Abrámonos al Señor, Él va delante de nosotros. No nos cerremos ante su gracia. Lucas nos presenta a Jesús en la montaña en oración. En muchas ocasiones el tercer evangelista nos habla de la oración, y sobre todo, de la oración de Jesús, especialmente en momentos significativos de su vida. Lo que pretende san Lucas es mostrarnos que Jesús vivió en relación permanente con el Padre. Nos presenta el relato de la transfiguración en la montaña, evocando el acercamiento a Dios, según la tradición bíblica de ver en la montaña como el lugar privilegiado de comunicación con Dios.

Estas son las lecturas de este domingo así como un vídeo del evangelio.

Y para los mas peques de la familia:

AVISOS INTERPARROQUIALES.

I DOMINGO DE CUARESMA.

Este domingo 10 de marzo ya celebramos el I domingo cuaresmal. La Cuaresma parece resonar como una trompeta, como un gran despertador que se escucha en todo el mundo: para que despertemos, para que cambiemos nuestra vida, para que nos convirtamos a los caminos de Dios. Es un largo camino de purificación y de preparación, para poder participar dignamente en la plenitud del don transformador de la Pascua. Presten atención a los textos bíblicos de hoy; están aptos para ayudarnos a captar el sentido y la orientación de ese camino.  San Lucas expresa en forma de narración el proceso interior de Jesús en tres tentaciones representativas. El relato de las tentaciones presenta a Jesús como el que quiere enfrentar al mal, personificado en el texto en la figura del diablo. Les pido que se pongan de pie para que escuchemos la Buena Noticia de hoy.

Estas son las lecturas de este domingo. También les dejamos con el vídeo del evangelio.

Y ahora para los niños de las familias para que lo vean también.

EL PAPA Y LA CUARESMA.

Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma.

“La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios”

Cada año, a través de la Madre Iglesia, Dios «concede a sus hijos anhelar, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que […] por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios» (Prefacio I de Cuaresma). De este modo podemos caminar, de Pascua en Pascua, hacia el cumplimiento de aquella salvación que ya hemos recibido gracias al misterio pascual de Cristo: «Pues hemos sido salvados en esperanza» (Rm 8,24).

Este misterio de salvación, que ya obra en nosotros durante la vida terrena, es un proceso dinámico que incluye también a la historia y a toda la creación. San Pablo llega a decir: «La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm8,19). Desde esta perspectiva querría sugerir algunos puntos de reflexión, que acompañen nuestro camino de conversión en la próxima Cuaresma.

1. La redención de la creación.

La celebración del Triduo Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, culmen del año litúrgico, nos llama una y otra vez a vivir un itinerario de preparación, conscientes de que ser conformes a Cristo (cf. Rm 8,29) es un don inestimable de la misericordia de Dios.

 Si el hombre vive como hijo de Dios, si vive como persona redimida, que se deja llevar por el Espíritu Santo (cf. Rm 8,14), y sabe reconocer y poner en práctica la ley de Dios, comenzando por la que está inscrita en su corazón y en la naturaleza, beneficia también a la creación, cooperando en su redención.

Por esto, la creación —dice san Pablo— desea ardientemente que se manifiesten los hijos de Dios, es decir, que cuantos gozan de la gracia del misterio pascual de Jesús disfruten plenamente de sus frutos, destinados a alcanzar su maduración completa en la redención del mismo cuerpo humano. Cuando la caridad de Cristo transfigura la vida de los santos —espíritu, alma y cuerpo—, estos alaban a Dios y, con la oración, la contemplación y el arte hacen partícipes de ello también a las criaturas, como demuestra de forma admirable el “Cántico del hermano sol” de san Francisco de Asís (cf. Enc. Laudato si’, 87). Sin embargo, en este mundo la armonía generada por la redención está amenazada, hoy y siempre, por la fuerza negativa del pecado y de la muerte.

2. La fuerza destructiva del pecado.

Efectivamente, cuando no vivimos como hijos de Dios, a menudo tenemos comportamientos destructivos hacia el prójimo y las demás criaturas —y también hacia nosotros mismos—, al considerar, más o menos conscientemente, que podemos usarlos como nos plazca.

Entonces, domina la intemperancia y eso lleva a un estilo de vida que viola los límites que nuestra condición humana y la naturaleza nos piden respetar, y se siguen los deseos incontrolados que en el libro de la Sabiduría se atribuyen a los impíos, o sea a quienes no tienen a Dios como punto de referencia de sus acciones, ni una esperanza para el futuro (cf. 2,1-11). Si no anhelamos continuamente la Pascua, si no vivimos en el horizonte de la Resurrección, está claro que la lógica del todo y ya, del tener cada vez más acaba por imponerse.

Como sabemos, la causa de todo mal es el pecado, que desde su aparición entre los hombres interrumpió la comunión con Dios, con los demás y con la creación, a la cual estamos vinculados ante todo mediante nuestro cuerpo.

El hecho de que se haya roto la comunión con Dios, también ha dañado la relación armoniosa de los seres humanos con el ambiente en el que están llamados a vivir, de manera que el jardín se ha transformado en un desierto (cf. Gn 3,17-18). Se trata del pecado que lleva al hombre a considerarse el dios de la creación, a sentirse su dueño absoluto y a no usarla para el fin deseado por el Creador, sino para su propio interés, en detrimento de las criaturas y de los demás.

Cuando se abandona la ley de Dios, la ley del amor, acaba triunfando la ley del más fuerte sobre el más débil. El pecado que anida en el corazón del hombre (cf. Mc 7,20-23) —y se manifiesta como avidez, afán por un bienestar desmedido, desinterés por el bien de los demás y a menudo también por el propio— lleva a la explotación de la creación, de las personas y del medio ambiente, según la codicia insaciable que considera todo deseo como un derecho y que antes o después acabará por destruir incluso a quien vive bajo su dominio.

3. La fuerza regeneradora del arrepentimiento y del perdón.

Por esto, la creación tiene la irrefrenable necesidad de que se manifiesten los hijos de Dios, aquellos que se han convertido en una “nueva creación”: «Si alguno está en Cristo, es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo» (2 Co5,17). En efecto, manifestándose, también la creación puede “celebrar la Pascua”: abrirse a los cielos nuevos y a la tierra nueva (cf. Ap 21,1).

Y el camino hacia la Pascua nos llama precisamente a restaurar nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la conversión y el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la gracia del misterio pascual.

Esta “impaciencia”, esta expectación de la creación encontrará cumplimiento cuando se manifiesten los hijos de Dios, es decir cuando los cristianos y todos los hombres emprendan con decisión el “trabajo” que supone la conversión. Toda la creación está llamada a salir, junto con nosotros, «de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8,21).

La Cuaresma es signo sacramental de esta conversión, es una llamada a los cristianos a encarnar más intensa y concretamente el misterio pascual en su vida personal, familiar y social, en particular, mediante el ayuno, la oración y la limosna.

Ayunar, o sea aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y con las criaturas: de la tentación de “devorarlo” todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por amor, que puede colmar el vacío de nuestro corazón.

Orar para saber renunciar a la idolatría y a la autosuficiencia de nuestro yo, y declararnos necesitados del Señor y de su misericordia.

Dar limosna para salir de la necedad de vivir y acumularlo todo para nosotros mismos, creyendo que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece. Y volver a encontrar así la alegría del proyecto que Dios ha puesto en la creación y en nuestro corazón, es decir amarle, amar a nuestros hermanos y al mundo entero, y encontrar en este amor la verdadera felicidad.

Queridos hermanos y hermanas, la “Cuaresma” del Hijo de Dios fue un entrar en el desierto de la creación para hacer que volviese a ser aquel jardín de la comunión con Dios que era antes del pecado original (cf. Mc 1,12-13; Is 51,3).

Que nuestra Cuaresma suponga recorrer ese mismo camino, para llevar también la esperanza de Cristo a la creación, que «será liberada de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8,21). No dejemos transcurrir en vano este tiempo favorable. Pidamos a Dios que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión.

Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales. Así, acogiendo en lo concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, atraeremos su fuerza transformadora también sobre la creación.

MIÉRCOLES DE CENIZA.

A pocos días del inicio de la Cuaresma, que sirve de preparación para la Pascua (Muerte y Resurrección de Jesús) y que comienza este miércoles 6 de marzo, recordamos algunas cosas esenciales que debemos saber para poder vivir intensamente este tiempo litúrgico.
1. Es el primer día de la Cuaresma
Con el Miércoles de Ceniza inician los 40 días en los que la Iglesia llama a los fieles a la conversión y a prepararse verdaderamente para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en la Semana Santa.
El Miércoles de Ceniza se bendice e impone en la frente de los fieles la ceniza hecha de las palmas bendecidas en el Domingo de Ramos del año anterior.
2. La imposición de las cenizas surge en los primeros siglos del cristianismo
La tradición de imponer la ceniza se remonta a la Iglesia primitiva. Por aquel entonces las personas se colocaban la ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad con un “hábito penitencial” para recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo.
La Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos casi 400 años después de Cristo. Y a partir del siglo XI, la Iglesia en Roma impone las cenizas al inicio de este tiempo.
3. La ceniza recuerda la necesidad de la misericordia de DiosLa ceniza es un símbolo.
Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal.

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AVISOS INTERPARROQUAILES.

DOMINGO VIII TIEMPO ORDINARIO.

Eliseo decide servir a Dios, renuncia a su vida pasada, sacrifica sus animales como símbolo de su plena libertad.  El libro de los Reyes describe la vocación de Eliseo, discípulo y heredero del profeta Elías. al ser cubierto con el manto de su maestro se asocia a su misión y rompe decididamente con su pasado.

Quien esta animado por el Espíritu no se evade, sino que asume los retos cotidianos del servicio y el amor fraterno.  La auténtica libertad cristiana es, sobre todo, una actitud de vida y una experiencia espiritual Es una libertad para amar, que trata de superar todo egoísmo y todo apego a las cosas de la carne.

El Evangelio de hoy nos cuestiona nuestra jerarquía de valores. Lo fundamental para el cristiano es  vivir de acuerdo a las enseñanzas de Cristo. Quien sigue a Jesús no se pierde en cuestiones secundarias. San Lucas nos irá relatando el largo y difícil viaje de Jesús a Jerusalen. Quien quiera imitar a Jesús, es invitado a seguirlo y  a estar dispuesto a compartir su estilo de vida

Este es el enlace de las lecturas de este día. También les dejo con el vídeo del evangelio. También les dejamos con el comentario del Papa Francisco sobre el evangelio de este domingo.

DÍA DE HISPANOAMÉRICA.


 

Celebramos este domingo día 3 de marzo este evento con el lema “Comprometidos con la vida de los pueblos”. Un compromiso que mantienen los 237 sacerdotes de la Obra para la Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA) que viven su misión en países de América Latina.

Precisamente esta Jornada nos recuerda el trabajo que realizan estos misioneros y nos invita a colaborar con ellos a través de la oración y de la ayuda económica. El año pasado se recaudaron un total 61.985,97 euros.

HOY DESPIERTO.

NOS ESCRIBE PACO MIRA.

Si se acuerdan, la semana pasada les decía que políticamente las horas estaban contadas para algunos de los que estaban haciendo dudar a la ciudadanía sobre el futuro. Pues se ha cumplido. Cuando yo había mandado estas letras para su publicación, nos daban una fecha para que todos vayamos a las urnas. Ojalá, y ya hablaremos de ello, que todos lo hagamos con la libertad de conciencia que tiene que caracterizarnos a la hora de escoger a quien queremos que nos gobierne.

         Digo esto –  y no quiero entrar en política – porque este fin de semana se nos habla de quién es nuestro modelo. Quien es el modelo por el que regimos nuestra vida. Probablemente de pequeños todos teníamos un modelo de identificación y seguramente ahora también: policía, bombero, el gran futbolista que encandila a todos…. es curioso que todos los modelos que escogemos, son modelos de acción, de movimiento… nadie escoge como modelo de identificación un taxista, un peón de albañil, un pastor, una ama de casa o un/a enfermero – con todos los respetos del mundo para ellos –

        El modelo de identificación de esta semana, es curioso, que dice que hay que presentar la otra mejilla al que nos abofetea, amar al enemigo, probablemente al que nos debe un montón de dinero; que hay que amar a aquel inquilino que por el motivo que fuera no nos puede pagar el alquiler de este mes…¡ qué fácil – dice – es aplaudir al que nos cuelga una medalla del cuello!. Creo que a eso nos apuntamos todos. Todos necesitamos que nos reconozcan los méritos y si no lo hacen, seguro que nosotros lo recordamos.

        Me gustaría que los banqueros oyeran que hay que prestar sin pensar en recibir una remuneración a cambio por lo prestado. Me gustaría que el jefe de la fábrica, pensara que quien no va al trabajo por un motivo justificado no es para aplicarle la ley que dice que por ausencia a su puesto de trabajo tengo que despedirlo, sin darme cuenta que probablemente haya una familia detrás con una problemática y situación concreta y lo único que consigue es precisamente el derramamiento de lágrimas injustas; me gustaría que el esposo, el padre… amara sin medida a todos y cada uno de los que ha decidido que formen parte de su comunidad de amor que llamamos familia; Me gustaría que el estado acogiese con un corazón infinito a todos aquellos que huyen de la miseria y sueñan – porque es un derecho que todos tenemos –  con una vida mejor y que probablemente nosotros podemos ayudarles.

        Nadie tiene el derecho a juzgar a nadie. Somos muy dados a las etiquetas y nos olvidamos que todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Somos muy dados a señalar con el dedo a quien – principalmente – no nos cae bien, ¡qué fácil es eso!; Qué fácil es, cual alumnos de colegio de infantil, decir que fue otro el que hizo lo que nosotros no somos capaces de reconocer.


        Un domingo más se nos pone el dedo en la llaga. Un domingo más se nos invita a mirarnos en el espejo de nuestra vida. Un domingo más se nos invita a reconocernos en ese mensaje de buena noticia que decimos que somos capaces de llevar a la práctica. Me da la impresión que todavía estamos muy lejos de perdonar al enemigo o de poner la otra mejilla o de no juzgar a nadie. ¡Pues anda que no nos queda nada!
        Hasta la próxima
        Paco Mira

CORO INFANTIL DE SAN LORENZO.

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AVISOS INTERPARROQUIALES.

DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO.

Celebramos este VII domingo del tiempo ordinario el último del mes de febrero de este año 2019. Hoy en la liturgia Cristo nos llama a una radical revisión de vida. El cristiano debe bendecir a los que le odian y perdonar a los que le ofenden. Por nuestro bautismo hemos nacido para el cielo y debemos ser como Cristo.

En las lecturas por una parte en la primera, El Rey Saúl tenía celos de David. Por eso intentaba matarlo. Pero cuando David, con ocasión de una expedición, tuvo cerca a Saúl, no recurrió a la espada. Saúl era para Él, «el ungido del Señor». En la segunda, San Pablo nos presenta una comparación entre Adán y Cristo. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial. Y por último en el evangelio, san Lucas,  nos expone las disposiciones que Cristo exige para ser su discípulo: amor radical y entrega al servicio de todos y en todo tiempo.

Estas son las lecturas de este domingo. Además les dejamos estos vídeos del evangelio para verlo, como viene siendo habitual, en familia.  

Unidad Pastoral Tamaraceite-Lomo los Frailes
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