Comenzamos, este fin de semana, el tiempo ordinario. Da la impresión de que como no haya una fiesta volvemos a lo rutinario, a lo de siempre, a la “no novedad”. Quizás sea ese uno de los males de nuestro compromiso cristiano: lo rutinario. No ver cada día o cada finde, algo nuevo en el mensaje de Jesús de Nazaret.
Y es curioso como la vida misma, nos va dando las pautas para lo novedoso. El mes pasado, dentro de las fiestas navideñas, dos acontecimientos nos han sobresaltado: por un lado, el fallecimiento de “o rei Pelé”, ese mítico jugador que hizo las delicias de tantos y tantos que nacieron en la década de los 50 y que han visto su desarrollo a lo largo de años sucesivos. Muchos han llorado su marcha, porque no van a volver a verlo, simplemente recordarlo a través de las nuevas tecnologías.